Alimzhan "Alik" Tokhtakhounov recuerda confiado su reunión con Joseph Blatter, presidente de la FIFA. Fue en el China Club, su local nocturno de Moscú. Es un lugar seguro, especialmente desde que el FBI pidió su captura internacional al acusarlo de haber comprado jurados del patinaje artístico de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002. Rusia, según confirmó la FIFA este martes, es uno de los once países postulados para ganar la sede del Mundial de 2018 o 2022. Y "Alik", presentado a Blatter por Viacheslav Koloskov, viejo ex patrón del fútbol ruso, puede ser hombre clave para ganar la puja.
La batalla por las sedes mundialistas quedó abierta luego de que la FIFA de Blatter puso rápido fin a su política de rotación continental de las Copas, un sistema que favoreció a Sudáfrica para 2010. Brasil, por acuerdo de la Conmebol, quedó como sede para 2014. El de Brasil será un Mundial con fuerte disputa interna porque muchas ciudades empujan y sólo doce podrán albergar partidos. Además, el presupuesto inicial de 15.000 millones de dólares ya suscita polémicas. Pero la falta de competencia con otros países pintó un cuadro inadmisible para una FIFA que disfruta cuando se le arrodillan los políticos y se ofrecen dineros por izquierda. Por eso, el cambio impuesto por Blatter incluyó una doble postulación: el Mundial de 2018 por un lado, pero también el de 2022. Que el negocio sea mío, y no de mi sucesor, dijo Blatter. La decisión, inédita, provocó este martes, fecha tope fijada por la FIFA, una inevitable avalancha de postulaciones: cinco por la Confederación asiática (Qatar, Indonesia, Japón, Corea del Sur y Australia), cuatro por la europea (Inglaterra, Rusia y las propuestas conjuntas de España-Portugal y Holanda-Bélgica), y dos por la Concacaf (Estados Unidos y México). La Argentina, Sudamérica toda, no se presentó porque deberá esperar al menos dos turnos, hasta 2026, para volver a ser sede de un Mundial, tras la Copa de Brasil 2014. Los ganadores se conocerán a fines de 2010. Serán elegidos por los 24 miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA. Los hombres que deberá seducir "Alik" Tokhtakhounov.
Nacido en 1949 en Tashkent, capital de la entonces república soviética de Uzbekistán, Alik, que fue compañero de clase de Shamil Tarpischev, el conocido capitán del equipo ruso de Copa Davis, dejó el fútbol, recibió el apodo de Taivanchik ("Pequeño Taiwanés") por su afición a las apuestas y ganó sus primeras fortunas vendiendo autos, electrónicos y armas en la ex Alemania del Este, hasta que fue expulsado y marchó a París. Su elegante dúplex en la Rue du Conseiller-Collignon, donde recibió a compatriotas artistas, donó dineros y celebró conciertos, se terminó en 1994, tras el asesinato a balazos de Sergei Majarov. Eligió Italia, compró apartamentos en Roma y Milán y una villa en la Toscana, donde fue otra vez arrestado en 2002, cuando conducía un Mercedes Benz que le había regalado Andrei Medvedev, uno de sus tenistas amigos, igual que Marat Safin y Yevgeny Kafelnikov. La policía italiana había intervenido sus teléfonos en una investigación por lavado de dinero. Pero las escuchas desnudaron sorpresivamente sobornos y compra de jurados en el glamoroso mundo del patinaje artístico, un recordado escándalo que estalló en los Juegos de Salt Lake City 2002. Alik venció la batalla legal y evitó su extradición a Estados Unidos, donde el FBI lo acusa de ser uno de los miembros más importantes de la llamada "mafia rusa".
Así como Tokhtakhnouvov puja ante Blatter por el Mundial 2018 en Rusia, Australia confía ganar la sede de 2022 con los dineros de Frank Lowi. El presidente de la Federación Australiana de Fútbol es uno de los mayores dueños en el negocio mundial de los shoppings, tiene una fortuna estimada de 3.700 millones de dólares y ya recibió a importantes dirigentes de la FIFA en su yate Ilona. Es mucho más presentable que el mafioso ruso, aunque su hijo Peter debió declarar ante el Senado de Estados Unidos acusado de lavado de dinero y él mismo fue investigado en Australia por una cuenta secreta en Liechtenstein, en Inglaterra por supuestos pagos a terceros para acceder al ex premier Tony Blair y en Israel por la privatización del banco Leumi. Peor fue cuando otra vez el Congreso de Estados Unidos, según una investigación del senador Carl Levin, lo acusó de maniobras ilegales y evasión de dinero de su firma LGT en un banco controlado por la familia real de Liechtenstein, que quedó seriamente salpicada en la causa y que tiene asiento desde hace setenta años en el Comité Olímpico Internacional (COI), donde la representa actualmente la princesa Nora. No es la mafia rusa, claro, pero tampoco es la familia Ingalls.
La candidatura de Qatar será impulsada a su vez por Bin Hamman, presidente de la Confederación Asiática y señalado por el periodista británico Andrew Jennings como el "cerebro" de la repartija de sobres con 100.000 dólares en el hotel Meridien, de París, claves para que 18 votos africanos cambiaran de parecer a último momento y apoyaran en 1998 la coronación de Blatter como presidente de la FIFA. Y México, más que Estados Unidos, tendrá el apoyo de Jack Warner, presidente de la Concacaf, el dirigente con mayores cargos de corrupción dentro de la FIFA, acusado de revender boletos de Mundiales y derechos de TV y hasta de quedarse con el dinero de los premios de los jugadores de la selección de Trinidad y Tobago que se clasificó al último Mundial de Alemania 2006. Africa (Egipto declinó finalmente su postulación) podrá ofrecer sus votos al mejor postor. Amos Adamu, el miembro nigeriano del Comité Ejecutivo de la FIFA, fue echado de la Federación de su país hace unos meses, acusado de haberse enriquecido en el cargo, según un informe del periodista Olukayode Thomas. Adamu tiene más tiempo ahora para dedicarse a su labor en la FIFA, que le reporta un pago anual de 100.000 dólares, además de 500 dólares por cada día que está afuera de su país y demás gastos personales. Lo mismo rige para los miembros sudamericanos del Comité, incluyendo a Julio Grondona y al paraguayo Nicolás Leoz, éste último aún en el cargo, no obstante que el tribunal suizo que investigó la quiebra de ISL lo acusó el año pasado de haber recibido sobornos de esa compañía.
Europa no cree posible quedar afuera del Mundial 2018. Serían tres Copas seguidas fuera de su territorio. Parece demasiado, aunque todo es posible en la FIFA de Blatter. Su candidatura más poderosa, Inglaterra, atraviesa una dura interna entre la Federación que preside el ex comunista Lord Triesman y la Premier League, que agrupa a los clubes que pertenecen a millonarios rusos, árabes y estadounidenses. Un sector de la prensa pasó a operar contra Triesman, especialmente desde que éste denunció que clubes poderosos como Manchester United, Chelsea y Liverpool tienen una deuda global de más de 5.000 millones de dólares. Y desde que cesó el contrato con Peter Hargitay, un ex asesor de Blatter que trabajó en empresas de seguridad que detectan cuentas secretas, pagos de sobornos y hacen campañas de prensa y que ahora está con Warner. La candidatura inglesa -cuestionó hace unos días el diario The Guardian- carece de hombres que sepan "cómo negociar dentro de los pasillos de la FIFA". ¿Hace falta decirlo más claro?
La BBC preguntó una vez al nigeriano Adamu si podía demostrarle a los escépticos que él no había robado para llegar a la FIFA. Y Adamu respondió: "Los corruptos van a la cárcel, no a la FIFA".
La batalla por las sedes mundialistas quedó abierta luego de que la FIFA de Blatter puso rápido fin a su política de rotación continental de las Copas, un sistema que favoreció a Sudáfrica para 2010. Brasil, por acuerdo de la Conmebol, quedó como sede para 2014. El de Brasil será un Mundial con fuerte disputa interna porque muchas ciudades empujan y sólo doce podrán albergar partidos. Además, el presupuesto inicial de 15.000 millones de dólares ya suscita polémicas. Pero la falta de competencia con otros países pintó un cuadro inadmisible para una FIFA que disfruta cuando se le arrodillan los políticos y se ofrecen dineros por izquierda. Por eso, el cambio impuesto por Blatter incluyó una doble postulación: el Mundial de 2018 por un lado, pero también el de 2022. Que el negocio sea mío, y no de mi sucesor, dijo Blatter. La decisión, inédita, provocó este martes, fecha tope fijada por la FIFA, una inevitable avalancha de postulaciones: cinco por la Confederación asiática (Qatar, Indonesia, Japón, Corea del Sur y Australia), cuatro por la europea (Inglaterra, Rusia y las propuestas conjuntas de España-Portugal y Holanda-Bélgica), y dos por la Concacaf (Estados Unidos y México). La Argentina, Sudamérica toda, no se presentó porque deberá esperar al menos dos turnos, hasta 2026, para volver a ser sede de un Mundial, tras la Copa de Brasil 2014. Los ganadores se conocerán a fines de 2010. Serán elegidos por los 24 miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA. Los hombres que deberá seducir "Alik" Tokhtakhounov.
Nacido en 1949 en Tashkent, capital de la entonces república soviética de Uzbekistán, Alik, que fue compañero de clase de Shamil Tarpischev, el conocido capitán del equipo ruso de Copa Davis, dejó el fútbol, recibió el apodo de Taivanchik ("Pequeño Taiwanés") por su afición a las apuestas y ganó sus primeras fortunas vendiendo autos, electrónicos y armas en la ex Alemania del Este, hasta que fue expulsado y marchó a París. Su elegante dúplex en la Rue du Conseiller-Collignon, donde recibió a compatriotas artistas, donó dineros y celebró conciertos, se terminó en 1994, tras el asesinato a balazos de Sergei Majarov. Eligió Italia, compró apartamentos en Roma y Milán y una villa en la Toscana, donde fue otra vez arrestado en 2002, cuando conducía un Mercedes Benz que le había regalado Andrei Medvedev, uno de sus tenistas amigos, igual que Marat Safin y Yevgeny Kafelnikov. La policía italiana había intervenido sus teléfonos en una investigación por lavado de dinero. Pero las escuchas desnudaron sorpresivamente sobornos y compra de jurados en el glamoroso mundo del patinaje artístico, un recordado escándalo que estalló en los Juegos de Salt Lake City 2002. Alik venció la batalla legal y evitó su extradición a Estados Unidos, donde el FBI lo acusa de ser uno de los miembros más importantes de la llamada "mafia rusa".
Así como Tokhtakhnouvov puja ante Blatter por el Mundial 2018 en Rusia, Australia confía ganar la sede de 2022 con los dineros de Frank Lowi. El presidente de la Federación Australiana de Fútbol es uno de los mayores dueños en el negocio mundial de los shoppings, tiene una fortuna estimada de 3.700 millones de dólares y ya recibió a importantes dirigentes de la FIFA en su yate Ilona. Es mucho más presentable que el mafioso ruso, aunque su hijo Peter debió declarar ante el Senado de Estados Unidos acusado de lavado de dinero y él mismo fue investigado en Australia por una cuenta secreta en Liechtenstein, en Inglaterra por supuestos pagos a terceros para acceder al ex premier Tony Blair y en Israel por la privatización del banco Leumi. Peor fue cuando otra vez el Congreso de Estados Unidos, según una investigación del senador Carl Levin, lo acusó de maniobras ilegales y evasión de dinero de su firma LGT en un banco controlado por la familia real de Liechtenstein, que quedó seriamente salpicada en la causa y que tiene asiento desde hace setenta años en el Comité Olímpico Internacional (COI), donde la representa actualmente la princesa Nora. No es la mafia rusa, claro, pero tampoco es la familia Ingalls.
La candidatura de Qatar será impulsada a su vez por Bin Hamman, presidente de la Confederación Asiática y señalado por el periodista británico Andrew Jennings como el "cerebro" de la repartija de sobres con 100.000 dólares en el hotel Meridien, de París, claves para que 18 votos africanos cambiaran de parecer a último momento y apoyaran en 1998 la coronación de Blatter como presidente de la FIFA. Y México, más que Estados Unidos, tendrá el apoyo de Jack Warner, presidente de la Concacaf, el dirigente con mayores cargos de corrupción dentro de la FIFA, acusado de revender boletos de Mundiales y derechos de TV y hasta de quedarse con el dinero de los premios de los jugadores de la selección de Trinidad y Tobago que se clasificó al último Mundial de Alemania 2006. Africa (Egipto declinó finalmente su postulación) podrá ofrecer sus votos al mejor postor. Amos Adamu, el miembro nigeriano del Comité Ejecutivo de la FIFA, fue echado de la Federación de su país hace unos meses, acusado de haberse enriquecido en el cargo, según un informe del periodista Olukayode Thomas. Adamu tiene más tiempo ahora para dedicarse a su labor en la FIFA, que le reporta un pago anual de 100.000 dólares, además de 500 dólares por cada día que está afuera de su país y demás gastos personales. Lo mismo rige para los miembros sudamericanos del Comité, incluyendo a Julio Grondona y al paraguayo Nicolás Leoz, éste último aún en el cargo, no obstante que el tribunal suizo que investigó la quiebra de ISL lo acusó el año pasado de haber recibido sobornos de esa compañía.
Europa no cree posible quedar afuera del Mundial 2018. Serían tres Copas seguidas fuera de su territorio. Parece demasiado, aunque todo es posible en la FIFA de Blatter. Su candidatura más poderosa, Inglaterra, atraviesa una dura interna entre la Federación que preside el ex comunista Lord Triesman y la Premier League, que agrupa a los clubes que pertenecen a millonarios rusos, árabes y estadounidenses. Un sector de la prensa pasó a operar contra Triesman, especialmente desde que éste denunció que clubes poderosos como Manchester United, Chelsea y Liverpool tienen una deuda global de más de 5.000 millones de dólares. Y desde que cesó el contrato con Peter Hargitay, un ex asesor de Blatter que trabajó en empresas de seguridad que detectan cuentas secretas, pagos de sobornos y hacen campañas de prensa y que ahora está con Warner. La candidatura inglesa -cuestionó hace unos días el diario The Guardian- carece de hombres que sepan "cómo negociar dentro de los pasillos de la FIFA". ¿Hace falta decirlo más claro?
La BBC preguntó una vez al nigeriano Adamu si podía demostrarle a los escépticos que él no había robado para llegar a la FIFA. Y Adamu respondió: "Los corruptos van a la cárcel, no a la FIFA".
Autor:Ezequiel Fernández Moores
Editado: Diario La Nacion