La selección de Diego Maradona todavía no jugó por los puntos y no presenta mayores modificaciones, al menos en nombres, respecto de la que comandaba Alfio Basile. Sin embargo, el cambio de actitud en los jugadores es notablemente visible, con apenas dos partidos, y como muestra vale más lo de ayer, ante Francia, que el debut contra Escocia.El mejor jugador de todos los tiempos arrastra su estela y allí donde vaya será tratado como tal, pese a que ahora pruebe su inexperiencia como DT nada menos que al frente de una selección de primer nivel como la argentina.Eso mismo, quién podría negarlo, es motivo de contagio para los jugadores. "Es Maradona, estúpido", dirá quien crea que (todo) "es sólo una cuestión de actitud"; que Diego, y sólo Diego, puede provocar este resurgir extraño, en el sentido de que ni la lista ni la táctica se ha alterado demasiado; que el hecho de tener por encima a una figura capaz de hacerle sombra a cualquiera desbarata cualquier intento de rebeldía.¿Era eso, sin más, lo que fallaba bajo la conducción de Basile? Con su renuncia sobre la mesa, asomaron algunos indicios acerca de la fría, sino mala, relación que existía entre "El Coco" y muchos de los integrantes de la Selección: si antes habían sido la pelea con Gabriel Heinze y las tontas expulsiones de Carlos Tevez, luego fueron las palabras de Lionel Messi -"no sabíamos a qué jugábamos", "hay que trabajar más"- y hasta del propio Basile, a quien una cámara lo traicionó y pescó, durante su último partido como seleccionador, ante Chile, con una queja que causó revuelo: "Agüero es un desastre".En ese contexto, Diego ha tenido el mérito de entregarse de lleno a la discusión sobre la importancia de representar al país, sobre todo después de las resignadas -aunque no malintencionadas, como se prefirió interpretar en su momento- palabras de Basile acerca de que "los jugadores venían para cumplir". Gambeteó las antinomias y dijo sin tapujos que quiere sacar provecho de Bilardo y Menotti (vaya combinación): a uno directamente lo tiene sentado al lado y del otro debería tomar ejemplos para lograr su objetivo de reconstruir la Selección.Pues bien. El nuevo DT contagia, y entonces resulta que (en el poco tiempo que tienen todos los seleccionadores del mundo) potencia lo bueno y apacigua lo malo, y es capaz de elevar no sólo el rendimiento individual de las figuras sino de cambiar -para bien- la actitud de sus dirigidos. ¿Quiere decir que la inyección anímica de Maradona es más fuerte que la sencilla e incomparable acción de calzarse la camiseta argentina?
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