El astro brasilero marcó de forma agónica su primer gol en el Corinthians. Justamente frente al Palmeiras, clásico rival del Timao, y en tiempo de descuento que sirvió para empatar el encuentro. Lo curioso es que en el festejo se derrumbó el alambrado del estadio Presidente Prudente.
"Eu me parece que me fui al carajo con la feijoada, me cayo pesada".
El partido terminó empatado en un gol luego del empate en el tercer minuto adicional por parte del ex jugador del Real Madrid.
El gol de Palmeiras lo había marcado Diego Souza apenas empatado el segundo tiempo. Entonces, el técnico Mano Menezes decidió el ingreso de "O Fenomeno" para tratar de buscar el empate en el clásico.
Y a los 48' se dio el empate que hizo delirar a la parcialidad del Corinthians. Pero pudo terminar en tragedia, ya que el festejo provocó que se caiga el alambrado.
El delantero fue a celebrar en la reja de protección del tribuna, que fue derribada por los eufóricos hinchas del Corinthians, quienes a pesar del incidente se abstuvieron de ingresar al campo y no complicaron la labor policial de seguridad.
Amonestado con tarjeta amarilla por su celebración, el máximo artillero en la historia de los mundiales apenas esperó el pitido final del árbitro Cléber Wellinton Abadé, para expresar ante los micrófonos que lo asediaban su emoción, propiendo a todos los hinchas a ir a un conocido lugar nocturno a celebrar por su gol.
El gol de Palmeiras lo había marcado Diego Souza apenas empatado el segundo tiempo. Entonces, el técnico Mano Menezes decidió el ingreso de "O Fenomeno" para tratar de buscar el empate en el clásico.
Y a los 48' se dio el empate que hizo delirar a la parcialidad del Corinthians. Pero pudo terminar en tragedia, ya que el festejo provocó que se caiga el alambrado.
El delantero fue a celebrar en la reja de protección del tribuna, que fue derribada por los eufóricos hinchas del Corinthians, quienes a pesar del incidente se abstuvieron de ingresar al campo y no complicaron la labor policial de seguridad.
Amonestado con tarjeta amarilla por su celebración, el máximo artillero en la historia de los mundiales apenas esperó el pitido final del árbitro Cléber Wellinton Abadé, para expresar ante los micrófonos que lo asediaban su emoción, propiendo a todos los hinchas a ir a un conocido lugar nocturno a celebrar por su gol.