El 2 de abril, día del desembarco, era viernes y en Argentina se comenzaba a disputar 9º fecha del Torneo Nacional, con el triunfo por 1 a 0 de Central Norte de Salta a Mariano Moreno de Junín. En sintonía con lo que sucedía con todas las actividades, la fecha se jugó completa ese fin de semana y el torneo no sufrió ninguna suspensión.
Los intereses de la AFA eran demasiado fuertes, y Argentina se preparaba para defender el título del mundo en España. En una resolución digna de ser mencionada, el máximo organismo del fútbol, nacional decidió cambiar el nombre del Torneo Metropolitano del 82 por el de “Malvinas Argentinas”, aunque una semana después, el nombre del campeonato fue modificado para quedar definitivamente en la historia como “Soberanía argentina en las Islas Malvinas”. A tal llegó el desconcierto de la sociedad y el fútbol, que en plena guerra y a cancha llena, River y Boca disputaron el clásico de los clásicos entre cánticos y colores. Como el resto de la sociedad argentina, el mundo del fútbol también hizo su aporte al fondo patriótico nacional, la vil mentira orquestada para recaudar fondos para la lucha. La AFA donó 100 millones de pesos, los clubes, que habían quedado con un superávit importante en el año 81, donaron 300 millones y el 26 de abril Futbolistas Argentinos Agremiados organizó un partido en el que se recaudaron 190 millones de pesos para la mentira del Fondo Patriótico. Los medios de prensa no quedaron afuera del fervor patriótico que la gesta despertó en la sociedad. En gráfica, El Gráfico, Estadio y Goles graficaron su tapa con los colores de la bandera nacional. Esto no debía sorprender demasiado, ya que al menos dos de estos medios habían mostrado su complacencia con el régimen militar desde la época del mundial 78, y en sus redacciones los editores habían sido reemplazados por periodistas cercanos a sectores gubernamentales. Los artículos deportivos estaban matizados con las noticias de la guerra y El Gráfico donó mil revistas para los soldados que esperaban en las Islas.
En cuanto a la Radio, cabe recordar la triste labor de José María Muñoz como relator en los partidos del mundial de fútbol, que, en los partidos que jugaba Inglaterra, el hombre no mencionaba ese equipo, y lo reemplazaba con cosas tan inverosímiles como “el equipo de la camiseta roja”, “los piratas” y cosas por el estilo. La Radio también hizo todos los esfuerzos para que el partido entre Argentina y Unión Soviética se escuchara por la banda de Radio Argentina, la emisora que los militares habían abierto en las Islas.
En cuanto a la televisión, si bien en esos tiempos no abundaban las transmisiones en directo, todos los periodistas hacían alusiones permanentes en todos los programas, y además, el partido que Agremiados jugó para recaudar fondos, fue transmitido en directo a las Islas. Sin lugar a dudas, el acontecimiento deportivo que más llamó la atención y que tuvo más relevancia en la época, fue el Mundial que se disputó en España y en el que el equipo dirigido por César Luis Menotti debía revalidad el título de campeón. Según cuenta Osvaldo Ardiles, El 2 de abril de 1982 estaba en Inglaterra. Jugaba, junto con Julio Ricardo Villa, en el Tottenham.
Fue uno de los primeros en sentir apoyo y rigor en ese país. Al día siguiente, su equipo jugó como visitante ante el Leicester. "La hinchada del Leicester me silbaba y gritaba ''England'' cada vez que yo agarraba la pelota. Pero la del Tottenham replicaba con ''Argentina, Argentina''".
Después de ese día, el volante pensó que sería su último partido. Al llegar a la Argentina, el 5 de abril, para quedar concentrado para el Mundial de España, le dijo a Clarín: "No se si volveré a jugar otra vez en Inglaterra".
Ardiles regresó sin problemas a Inglaterra. En la guerra, perdió un primo: el aviador militar José Leónidas Ardiles. La selección llegó a España cuando la guerra ya comenzaba a decidirse a favor de los ingleses. La aventura bélica de un general de poca monta, armada bajo los efectos del alcohol entraba en el camino del fracaso y las muertes de los soldados argentinos eran cada vez más numerosas. El 13 de junio, la selección nacional debutaba con Bélgica, y perdía por 1 a 0. Un día después, Menéndez se entregaba al general británico Jeremy Moore y sellaba la suerte de la contienda bélica. La noticia hizo mella en el ánimo de los jugadores, aunque muchos de ellos prefirieron el silencio. El equipo nacional vencería luego a Hungría 4 a 1 y a El Salvador 2 a 0 para pasar a segunda rueda.
Las especulaciones sobre un posible encuentro entre Argentina e Inglaterra quedaron sepultadas, ya que los dirigidos por Menotti no pasaron de ronda, porque perdieron con Italia 2 a 1 y con Brasil 3 a 1 y se volvieron a casa. Los argentinos no iban a tener nada que festejar en ese mes de junio.
Malvinas es un duro recuerdo para los argentinos, y el fútbol no estuvo ajeno en la mesa de los poderosos. Fuertes son las conexiones de ese deporte con la dictadura, aún nos viene a la memoria la foto del asesino Videla festejando goles y entregando la Copa a metros de la ESMA, uno de los más violentos centros de detención clandestinos. El Almirante Carlos Lacoste, a cargo del EAM 78, a sangre y fuego, o las campañas de desprestigio de las organizaciones de derechos humanos con las campañas durante los mundiales 78 y 79. “Los argentinos somos derechos y humanos”… Alguna vez, así como se persigue la búsqueda de la verdad y justicia para quienes nos llevaron a estas instancias, el fútbol deberá pararse y buscar su propia verdad y contar todo lo que hizo durante esos años. Seguramente eso pasará cuando las dirigencias se renueven, porque si no, todo quedará en el olvido.